Si salgo a trabajar en las uvas, pero antes de llegar me pongo a cortar nopales, no cumpliré con mi negocio en las uvas.

Y si estando entre los nopales, al observar una monedita en la tierra, dejo de cortarlos por interés en buscar más monedas, no terminaré mi cosecha de nopales.

Claro que es de gran importancia ser constante y enfocado en mis negocios.

Así también en el enfoque de mi vida.

¿Qué me llama la atención?

Y de más importancia, ¿con qué propósito vivo?

Si por un lado quiero aferrarme a las cosas eternas, y por otro lado me ocupo en lo terrenal, ¿con qué me quedaré?

Si en cierto momento busco las cosas de Dios, y en otro momento lo material, ¿qué será el resultado final de mi vida?

«El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos» (Santiago 1.8).

En todo, Dios quiere que mi enfoque sea constante — en El.

En todo, Dios quiere que mi manera de vivir se constante — según las normas divinas.

Si Dios no es el sol de mi sistema solar en todo tiempo, mi planeta no tendrá órbita constante y segura.

Señor, muéstrame hoy cuando mi enfoque se quite de ti y tu camino.

tomado de Santiago 1.4